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Por Diego Gauna

Repensar y transitar los caminos hacia una reconversión económica son la clave para superar los declives o las mesetas que se producen en determinados contextos. En nuestro país y específicamente en nuestra provincia de Santa Cruz no ha sido frecuente un cambio de modelo o de paradigma productivo; y en términos generales los cambios propuestos apuntan más cambios en modelos financieros que nos remiten directamente a los modelos ideológicos que se alternaron a lo largo de los últimos 50 años.

Es cierto que hubo algunas “ideas” que se materializaron en intentos por modificar las matrices productivas regionales, pero pocas de esas “ideas” lograron consolidar trayectos hacia mejoras sostenibles ya no solo en materia económica, sino también social: el desarrollo de las comunidades afectadas.

Un ejemplo de esto son las denominadas Zonas Francas, este sistema de áreas con características especiales para la productividad. Y digo “sistema” porque por si mismas estas áreas de comercio y producción especiales carecen de sentido y efectividad. Tal vez esta sea la clave por la cual 30 años después de sancionada la ley que las creó, las Zonas Francas parecen más un “proyecto” que una realidad.

Hay que reconocer que, en algunas regiones de nuestro país, estas áreas comerciales y productivas han conseguido adaptarse y superar las barreas que impusieron por años los vaivenes económicos y financieros, las regulaciones extremas y una legislación confusa y anquilosada que del mismo modo que proponía avances generaba obstrucciones.

En esta idea de superar estas barreras estructurales que afectaron a toda la economía nacional, es que hay que hacer foco en esta herramienta que en Santa Cruz está presente, aunque desaprovechada.

Pero para avanzar sobre este tema, es necesario conocer al menos escuetamente que es una Zona Franca, sus atinencias, beneficios y proyecciones.

Me he propuesto abordar este tema con el objetivo de sumar o aportar otra perspectiva a la solución del desarrollo de las economías regionales, específicamente en Santa Cruz en donde por medio siglo el desarrollo se ha centrado en la productividad extractiva (petróleo y minería) de recursos no renovables y en menor medida al usufructo de recursos renovables como la pesca. Poco se ha hecho para sumar valor agregado a lo producido en suelo santacruceño. Las deficiencias son numerosas y van desde la escases de capacidad instalada de servicios básicos necesarios para un desarrollo industrial serio, hasta la poca atención puesta en la formación y capacitación de recurso humano y mano de obra calificada para llevar adelante proyectos de envergadura. Y no se trata de “mega proyectos”; todo lo contrario, se trata de fomentar emprendimientos que incluyan a nuestra gente, que apunten a desarrollos posibles que en si mismos lleven el germen de la innovación. En definitiva, dejar de esperar esas “mega inversiones millonarias” que nos “salvarán” y concentrar esfuerzos para construir las mejores condiciones para crecer. Este desarrollo debe ser armónico, proporcionado y eficiente y las zonas francas son sin lugar a dudas el marco propicio para encarar este desafió.

La herramienta

El artículo 590, del Capítulo Segundo del vigente Código Aduanero establece como áreas francas al “ámbito dentro del cual la mercadería no está sometida al control habitual del servicio aduanero y su introducción y extracción no están gravadas con el pago de tributos, salvo las tasas retributivas de servicios que

pudieren establecerse, ni alcanzadas por prohibiciones de carácter económico”.

Su principal objetivo es fomentar el comercio y la actividad industrial exportadora a través de la reducción de costos y la simplificación de los procedimientos administrativos, ofreciendo, además, incentivos fiscales.

A su vez, la definición de ARCA apunta que “son espacios en los cuales la mercadería no es sometida al control habitual del servicio aduanero y, tanto su importación como su exportación, no están gravadas con tributos -salvo las tasas retributivas que pudieran establecerse- ni alcanzadas por prohibiciones de tipo económico.

Y es allí donde está la clave: en un país donde la carga impositiva es abrumadora, establecer áreas exentas en apariencia es una “buena idea”. Pero sin el contexto que permita desarrollar cualquier plan de negocios sustentable no parece un camino viable.

Pero no se trata de criticar lo hecho hasta ahora, sino de mirar hacia adelante y aprovechar esta herramienta que en Santa Cruz está presente por dos: Río Gallegos y Caleta Olivia.

Según datos oficiales en nuestro país hay 14 zonas francas habilitadas: La Plata, Bahía Blanca (con la subzona franca de Puerto Galván, en la provincia de Buenos Aires; Puerto Iguazú (Misiones, funciona como zona franca minorista); Estación Juárez Celman (Córdoba); Justo Daract (San Luis); Concepción del Uruguay (Entre Ríos); Comodoro Rivadavia (Chubut); General Güemes (Salta); General Pico (La Pampa); Villa Constitución (Santa Fe); Zapala (Neuquén); Perico y La Quiaca (en Jujuy, la segunda, minorista) y Río Gallegos (con régimen especial Santa Cruz).

Pero en los últimos años varias de estas zonas han buscado alternativas y sufrieron algunos cambios para buscar potenciar la sola existencia de estas áreas que por si mismas, solamente parecen cumplir un rol de depósito aduanero.

En tal sentido hay que mencionar que de acuerdo a datos oficiales del gobierno provincial “actualmente solo está en uso el 7 % de la capacidad física de ambos predios, Río Gallegos y Caleta Olivia, con el 93 % restante ocioso”.

Un plan estratégico

“Pensar” en las Zonas Francas debe incluir la elaboración de un plan estratégico aunque no pareciera que esto esté pasando a nivel país. Cada nueva gestión pareciera que trae consigo una “idea nueva” (aunque en materia de comercio exterior las reglas son claras y solo hay que adaptarlas a la legislación local). Algo de esto se habló en noviembre del año pasado durante la reunión anual del “Consejo Federal de Zonas Francas de la Argentina”. De ese encuentro que se llevó a cabo en la Casa de la Pampa en la ciudad de Buenos Aires, participaron representantes de las “zonas francas activas”; esto es de aquellas provincias en donde estas áreas tienen un desarrollo aceptable en términos de movimiento. Como comentamos anteriormente, el tema es cómo “abrirse” al comercio internacional, generando polos productivos; que es el “leitmotiv” de las Zonas Francas. Por eso el tema de conversación fue un proyecto de reforma del reglamento de la Ley 24.331, con el objeto de abordar este problema y las oportunidades relacionadas con el comercio intrarregional en el Mercosur.

Esto permitiría acceder al denominado Certificado de Origen, documento esencial para la comercialización de productos dentro del Mercosur y que permite beneficiarse de los acuerdos de arancel cero o reducido. Vale mencionar que mientras en el resto del mundo las Zonas Francas se caracterizan por su perfil exportador, en esta parte del mundo se usaban como plataformas importadoras. Y allí hay otra clave para comprender porque se debe “activar” la zona franca y revertir este criterio. Ser una puerta de entrada al comercio pero también ser una plataforma de incursión en el mundo. Esto se puede hacer desde Santa Cruz.

Cambiar y modernizar

Muchos de estos problemas ya se han resuelto o en el mundo y en el caso de las Zonas Francas de nuestro país la solución pasa por repensar el régimen vigente y modernizarlo. En esto hay coincidencia dentro de los principales actores del sector: “la ley nunca cumplió su objetivo; está hecha para que no funcione; no tiene grandes beneficios”.

En la actualidad hay unas 5.400 zonas francas en el mundo y en su gran mayoría están logrando revertir letargos de desarrollo y potenciando perfiles productivos. Siempre se pone de ejemplo al “modelo” chino que luego se extendió a varios puntos de Asia donde se concentra un 75% de las zonas francas del mundo. Pero más cerca, aquí en el sur del mundo también hay modelos exitosos como el de Uruguay. Aún más cerca, en la vecina localidad de Punta Arenas en Chile, la Zona franca muchas veces ha representado un “dolor de cabeza” para los comerciantes santacruceños que carecen de herramientas para competir.

Por eso es más que necesario mirar hacia este polo de economía que tenemos en nuestro territorio y dar un paso adelante adaptándose a estos tiempos.

Es aquí donde la mirada debe ser integral para poder “salir del cubo” que nos ha estancado en esta materia. Un ejemplo de este estancamiento es la “fuga” de innovación (economía del conocimiento) que se comprueba en un dato contundente: de los 11 unicornios generados por argentinos (empresas jóvenes con un valor de más de 1000 millones de dólares) solo uno está instalado efectivamente en nuestro país y la mayor “empresa global nacional” Mercado Libre opera desde Uruguay.

También está la efectiva implementación del RIGI al que Santa Cruz ha adherido en su legislación provincial; generando otra herramienta para las inversiones a gran escala. Esto debe complementarse y no contraponerse con los intereses particulares de cada región; es decir ofrecer lo que otras zonas francas no ofrecen.

Nuevamente, para combinar estas herramientas hay que trabajar en la legislación ya que las restricciones actuales suponen que no se pueden acumular beneficios. Este es otro paso que hay que dar a corto plazo para que en un mediano plazo se produzca la activación de las zonas francas y de esta manera sostener a largo plazo cada proyecto productivo.

Involucrarse

En conclusión: luego de 30 años de creadas las Zona Francas en la Argentina y a pesar de los reiterados pedidos públicos de diversos actores acerca de la necesidad de efectuar modificaciones en la ley que las regula, debemos insistir en la necesidad de poner en agenda este tema.

En estos tiempos de cambios de paradigmas tecnológicos y en momentos en que nuestro país encara un nuevo horizonte, las economías regionales deben lograr adaptarse. Para esto se necesita no solo tener la voluntad, sino aplicar las herramientas que están disponibles y si no estuvieran, trabajar en los marcos normativos para tener una respuesta concreta a los problemas.

Hay que involucrarse

Las Zonas Francas son una herramienta que tenemos disponible y con los incentivos adecuados, podemos lograr el desarrollo económico de la región y en consecuencia la generación de empleo; algo muy necesario en la actualidad considerando la salida de YPF de la zona norte de nuestra provincia; o la irreversible tendencia de modernización de las administraciones Estatales. También la necesidad de comenzar a crear y construir un escenario más favorable para los jóvenes santacruceños ya inmersos en la cultura de la tecnología, los nuevos conceptos de producción y consumo sin barreras.

Alcanzar niveles de competitividad sobre otras regiones en la clave para desarrollar economías como la de Santa Cruz, la cual por décadas fue dependiente de la mono  productividad extractiva del petróleo o la minería, sin lograr darle valor agregado a lo producido o lo que genera nuestro territorio.

Es en este contexto, es en el cual se debe priorizar trabajar en herramienta como la Zona Franca disponible en Santa Cruz.

Tengamos en cuenta que este tipo de áreas comerciales y productivas fueron creadas en base a un régimen aduanero distinto y tener presente que su principal objetivo es fomentar el comercio y la actividad industrial exportadora a través de la reducción de costos y la simplificación de los procedimientos administrativos, ofreciendo, además, incentivos fiscales.

Poner en agenda el tema, es avanzar en al dialogo de los actores que participan de la transformación de las economías. 

Sería interesante trabajar con el Banco Santa Cruz para facilitar el financiamiento para empresas que quieran invertir en infraestructura dentro de la zona franca, realizar alianzas estratégicas con la UNPA y la UTN para capacitar al personal que trabaje dentro de las misma.

También es necesario evaluar la reducción o eliminación del pago de ingresos brutos para algunas actividades económicas, la articulación de este régimen comercial y productivo con el reciente sancionado RIGI que en nuestra provincia surge como otra herramienta de desarrollo.

Claramente la oportunidad está presente y Santa Cruz tiene un valor subjetivo que incluye sus recursos y su capacidad de trabajo. Desarrollar es transformar y esto es lo que necesitamos en un procesos sostenido que nos lleva a cuestiones tan elementales como mejorar la calidad de vida de los santacruceños.

nota original: https://mitin.xyz/2025/02/25/zonas-francas-innovar-para-crecer

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