Los términos “relativos” en las operaciones petroleras son un factor que nunca deben dejar de tenerse en cuenta. Sobre todo, en un país como Argentina donde los procesos políticos parecen afectar mucho más a los procesos económicos que viceversa.
Esto se podría inferir de los números o la información “dura” de la actividad, que pese a haber dado indicadores positivos en lo que va del 2020, no dejan de presentar un panorama incierto.
A poco menos de 15 días para las elecciones generales de medio término, en donde se define nada más y nada menos que la composición del Congreso de la Nación en ambas Cámaras, el tercer trimestre es una incógnita.
De acuerdo a informes de Regional Investment Consulting (Ricsa), las cifras hasta aquí fueron record, con un mes de septiembre donde la producción llegó a los 532.566 barriles por día, superando incluso el record de 528.782 de marzo de 2020.
Es importante destacar que el esquema de producción de hidrocarburos en Argentina incluye 44 operadoras, encabezando la lista la “empresa de bandera” Yacimientos Petroliferos Fiscales (YPF) con el 74 por ciento del total (unos 240.493 b/d), seguida por Pan American Energy (PAE) con un 19 % (100.947 b/d), y luego aquella que sin alcanzar el digito porcentual son todas de matriz nacional y aportan de manera sostenida el abastecimiento de crudo.
Hoy por hoy la actividad extractiva se concentra en el “nudo productivo” Neuquino, con la actividad en Vaca Muerta de donde se logra el 40% de la producción total (198.641 b/d); en tanto el 60 por ciento restante se reparte entre Chubut (139.132), Santa Cruz (70.268) y Mendoza (57.036).
Lo alcanzado hasta aquí, con el “mérito” de haberse logrado en medio de una pandemia que atravesó cada sector y actor de la sociedad, tiene su origen en planes de inversión que en muchos casos se gestaron en el 2019, y que se “recalcularon” en el 2020. Ahora, el punto es como re configurar el esquema en medio de un desfasaje de los precios internos y los internacionales.
Fuentes del sector admiten que estas cifras record son el producto de las inversiones realizadas hace más de un año y de que se conectaron los pozos petroleros que habían sido perforados antes de la pandemia, pero que tuvieron que cerrarse durante la cuarentena y ante la caída de la demanda de combustibles”.
Ahora, mantener estos resultados son al menos improbables. Las compañías requieren algunas certezas que hoy no pueden “leer” en medio del panorama político y económico nacional.
De este modo, el congelamiento en el precio de los combustibles y la imposibilidad de girar parte de las divisas al exterior, son dos de los puntos que fundamentan la incertidumbre; es decir que frenarían de algún modo las inversiones, lo que impactaría directamente en la caída de la producción.
Para graficar la situación, vale simplificar la ecuación de este modo: si para sacar un barril de petróleo de debajo de la tierra se requiere del valor de dos, la ecuación no cierra.
Así las cosas, la industria mira con expectativas pero con prudencia la iniciativa de la nueva ley de hidrocarburos que podría poner un marco más previsible a las operaciones. Mientras tanto, elecciones legislativas mediante y dólar “sincerado”, el sector aguarda que el 2021cierre con un escenario al menos “incierto” que en el inicio del último trimestre.