Por: Alejo Maimo, Periodista – Voluntario Cascos Blancos
Una iniciativa sin precedentes ya que era la primera vez que un grupo tan numeroso de personas, entre voluntarios, brigadistas y técnicos llevaban adelante una plantación de estas características, teniendo en cuenta las dificultades de traslado y el esfuerzo físico y mental que implica una experiencia de tales características en donde para llegar, hay que atravesar la montaña misma.
A lo largo de estos años como Voluntario de Cascos Blancos no había tenido la posibilidad de participar de misiones por fuera de la Ciudad de Buenos Aires o incluso de la misma provincia.
El pasado 28 de agosto fui parte de la misión de reforestación de bosques nativos que llevó adelante la comisión junto a la Secretaría de Bosques de la provincia de Chubut.
Nos trasladamos un grupo de 13 voluntarios hacia Cholila para encarar este desafío de plantación sobre 50 mil hectáreas que quedaron calcinadas y consumidas por uno de los incendios más grandes registrados en la historia de nuestro país en 2015.
Entendiendo la gravedad de estos acontecimientos y la inmensa pérdida de biodiversidad, es que se puso en marcha un programa de reforestación por parte del área de Bosques de la provincia para ayudar con el proceso de regeneración.
Preocupados y ocupados por esta situación desde Cascos Blancos hicimos nuestro aporte a lo largo de una semana intensa de caminata, exploración y plantación de 5.000 Cohiues (Nothofagus dombeyi) con el objetivo de reconstruir y restaurar el bosque nativo.
Tal es así, que nos trasladamos 12 kilómetros a pie al sur del arroyo El Alerce para llegar al Área Natural Protegida Naciente del Río Tigre y comenzar con la plantación.
En un recorrido que se dividió, en una primera etapa, con el traslado en vehículos 4×4 durante tres horas hacia el primer punto de concentración y desde allí, en una segunda, con la caminata hasta el lugar de campamento que desplazamos a lo largo de cinco días.
Sin lugar a dudas fue una iniciativa sin precedentes ya que era la primera vez que un grupo tan numeroso de personas, entre voluntarios de Cascos Blancos, brigadistas de Cholila y técnicos del área de Bosques, llevaban adelante una plantación de estas características, teniendo en cuenta las dificultades de traslado y el esfuerzo físico y mental que implica una experiencia de tales características en donde para llegar, hay que atravesar la montaña misma.
Por demás decir que para cada uno de los voluntarios que viajamos, nueve de la Ciudad de Buenos Aires, tres de Chubut y en mi caso desde la provincia de Santa Cruz, fue una experiencia única en nuestras vidas, donde fuimos protagonistas de una acción real y concreta sobre una problemática ambiental que nos debe ocupar a todos por igual.
Fotos: Gustavo Calfin